Una reinterpretación eléctrica del clásico de Bruce Springsteen
La banda
Jorge Otero – voz, guitarras, armónica, mandolina.
Paul Bertrand – piano, órgano, coros.
Danny Montgomery – batería.
Juanjo Zamorano – bajo, coros.
Con:
Juan Flores – saxo, flauta, clarinete.
Héctor Braga – chelo, zanfona, violín, gaita, arpa.
Miguel Herrero – trompeta, flügelhorn, glockenspiel, percusión.
Las aventuras
Para un grupo del que probablemente no habías oído hablar, tenemos unas cuantas historias que contar…
El nombre
Stormy Mondays se formó en Oviedo en 1991. Nuestros primeros conciertos fueron en la calle.
Para poner nombre a la banda usamos el mismo truco que los Rolling Stones en su día: decidimos tomar el nombre de un clásico del blues. El nuestro es “They Call It Stormy Monday”, de T-Bone Walker, editado en 1947.
Stormy Mondays y la música libre
Stormy Mondays fuimos pioneros en la distribución digital por internet, el Copyleft, las licencias Creative Commons y el movimiento de la Música Libre. Nos dimos de baja en la SGAE y distribuimos nuestras canciones gratuitamente desde nuestra web durante años y años. A la vez, continuamos editando y vendiendo discos en diversos formatos y muchas veces en edición limitada.
Regalar nuestras canciones nos llevó más lejos de lo que nunca hubiéramos podido soñar: a tocar en el festival de Woodstock ’99 y conseguir que “Sunrise Number 1” sonase en el espacio. Compartir nuestra música nos trajo un montón de oportunidades, nuevos amigos… y hasta participamos en algún debate televisivo memorable.
Hoy en día cuesta imaginar lo revolucionario que era, en 1999, ofrecer gratuitamente una canción para descargar en mp3. Veinte años más tarde, llega el momento de hacer un cambio importante. En un mundo dominado por el streaming, la lucha por la Música Libre ha dejado de tener sentido para nosotros. No vamos a dejar de regalar alguna canción de cada disco, pero sí volvemos al mundo de los derechos de autor, en este caso a través de IMRO, la sociedad de gestión irlandesa.
No queremos que empresas millonarias como Google, Facebook, YouTube y Spotify estén pagando derechos de autor que nos pertenecen, pero que no podemos cobrar si estamos fuera del sistema. Y queremos que nuestras canciones puedan sonar en películas, series o anuncios, algo que no era posible sin estar en una sociedad de gestión de derechos.
En definitiva: disfrutamos el viaje de la música libre y recorrimos el camino hasta que, veinte años más tarde, llegamos a la última estación. Es el momento de coger otro tren que nos pueda llevar aún más lejos.